sábado, 15 de enero de 2011
Él se habia convertido en el centro de mi existencia. Era el mejor antídoto, mezclado con el peor veneno. Era dulce, fanático de mi amor, sensible, y por otro lado frío, calculador, manipulador, egoísta. Pero el era mi adicción y yo era su pasatiempo; yo era su juguete, media ilusa e ingenua, pero lo era y eso lo entretenía. Desde la primera caricia, me hacia sentir una reina, lo adoraba incondicionalmente. Quererlo me sacaba todo pero a la ves me devolvía la vida, estar cerca de él era como estar en el paraiso màs ardiente, me dolia, me quemaba me destrozaba, pero volaba, era libre, libre de mi propio infierno. Con él nada me dolía. Él era mi devota obseciòn, mi deseo toxico. Él era todo para mi.
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